miércoles, 7 de mayo de 2014

Lo que correr me hace sentir.

Hace miles de años que no escribo aquí. Estoy inmersa en mi otro blog, totalmente distinto a este, Tupper’s moment, y con el poco tiempo que me sobra, no me da para dedicarme a este blog.

Es una pena, porque el otro día leyendo mis posts antiguos noté la esencia del por qué empecé con esto. Lloré, reí y me emocioné con muchas de las cosas que cuento en este blog.

Hay de todo: desamor, amor, Nany, familia y más amor. Mi vida está llena de amor y estoy muy feliz por ello.

Supongo que al estabilizar todos mis sentimientos, no siento tanta necesidad de escribir, de plasmar en la pantalla lo que se me pasa por la cabeza, porque amorosamente hablando, no puedo estar más tranquila y relajada. La palabra que mejor describe mi estado amoroso actual es paz. Esa paz me hace seguir hacia delante, me hace darme cuenta de todo lo bueno que hay en mi vida y me hace sentir la más feliz de la Tierra. Pero que tenga esa sensación, no quiere decir que deje de sentir o de tener altibajos emocionales respecto otras cosas. Ya sabéis que yo soy muy sentida.

Voy a intentar retomar este blog, porque creo que es algo que empecé con mucha ilusión y quiero seguir haciéndolo. Y la prueba de ello es lo que me ha hecho sentir el leer todo lo que he escrito aquí desde hace tiempo.

Una de mis obsesiones actuales es el Running. Quiero retomar el blog con este tema porque creo que actualmente, aparte de mis amigos y familia por supuesto, el correr es lo que más me está haciendo sentir. Sentir y emocionarme.

Con la tontería, llevo poco más de 1 año y medio corriendo, en octubre haré 2 años ya. En este tiempo, he comprobado en mis carnes cómo mi cuerpo se adapta casi sin rechistar a lo que yo le proponga. Al menos en mi caso, supongo que no en todos los casos es igual.

Si me hubieran dicho hace unos años que voy a correr mi 4ª cursa ya, la verdad es que no me lo creería. Más que nada porque nunca me ha gustado correr. En el instituto nos obligaban a correr en gimnasia y recuerdo que posteriormente intenté hacer running también, pero al no gustarme nada, acabé desistiendo nada más empezar. Y me apunté al gimnasio.

Pero en octubre de 2012, decidí probar de nuevo. Porque en esa época no dormía bien y necesitaba desestresarme de alguna forma. Soy muy nerviosa y en el trabajo paso mucho estrés y presión, por lo que, acostumbrada a ir al gimnasio desde siempre para poder soltar la tensión acumulada con clases de spinning o step y pasar a no hacer nada más que las tareas diarias, mi cuerpo me estaba pidiendo a gritos que hiciera algo. Pensé inicialmente en apuntarme al gimnasio, pero no era viable por falta de tiempo. Ir al gimnasio implica mucho más tiempo que salir a correr. Son mínimo 2 horas, entre la clase y la ducha, así que me decidí por correr, ya que aprovechaba mucho más el tiempo y no me supondría tanto tiempo como el gimnasio.

Así empezó todo. ¿Cuántos kilómetros hice mi primera vez? Exactamente 2 kilómetros y medio. Y a finales de Noviembre ya había llegado a los 6 kilómetros. A partir de entonces hice varios parones, uno por Navidades y otro en Febrero, no recuerdo por qué, pero ya había adquirido una nueva necesidad: Correr. En Abril retomé más seriamente el tema y ya continué hasta finales de Junio, con dos salidas por semana y haciendo entre 6 y 7 km. por salida. Hice otro parón en verano. El calor y humedad de Barcelona me pueden, y no me veía capaz de correr en verano. Prefería estar en la playita, bajo el sol o en el chiringuito con una buena cerveza en la mano :)

No me preocupaba el parar porque sabía que iba a volver en cuanto se acabara el verano. La necesidad de correr estaba ya implantada en mi cabeza y hiciera lo que hiciera, sabía que volvería, sin lugar a dudas. Y así fue. En septiembre, me volví a poner mis súper bambas (digo súper en tono irónico, ya que me compré unas bambas muy normalitas para empezar, porque no sabía si continuaría con ello, y gastarme 100-200 euros en algo que no sé si voy a aprovechar, no) y otra vez a correr. Me costó coger ritmo, pero a finales de Noviembre, concretamente el día 29 de Noviembre de 2013, hice mis primeros 10 kilómetros.

No me lo podía creer. Por mi cabeza pasaron esos pensamientos de cuando hacía 3 o 4 km., pensamientos que decían “nunca llegaré a los 10 km. Es imposible”. Y ahí estaba yo, más feliz que una perdiz con mi logro. Con esto, vi cómo si te propones algo y luchas por conseguirlo, al final lo consigues. No podía estar más orgullosa de mi misma.

Ese día de Noviembre ha cambiado mi vida totalmente. Ya desde ese día, cada vez que salgo consigo los 10 km., sin ningún tipo de problema. Eso no quiere decir que no me canse ni que no me cueste, porque me canso mucho y me cuesta otro mucho, sobre todo después de trabajar todo el día, de dejar la lavadora puesta, de tener que pensar en lo que voy a tener que cocinar cuando llegue a casa para el tupper del día siguiente y para la cena de esa noche, entre otras muchísimas cosas. Pero es que correr no es solo correr. Son muchas otras cosas.

Cuando corro no pienso en casi nada, sólo en correr, en escuchar la música que suena en mis cascos y muy importante, en intentar cantar lo que oigo. Sí, sí, un día de estos me tengo que grabar porque cantar mientras corres es complicado. Vamos a poner “cantar” porque más que eso es emitir palabras con ahogos respiratorios entre medio. :P Y cuando el ahogo me impide emitir sonidos, canto mentalmente. Pero no pasa nada, yo canto y corro a la vez y mientras corro, miro lo que hay a mi alrededor, como si no lo hubiera visto nunca. Y cuando la chica del Endomondo me habla y me dice “ 1 km en X minutos, tiempo previsto X minutos o horas”, paro de cantar y escucho atentamente y pienso, vamos Kai, ya queda nada. Y a lo mejor me quedan 9 km…

Correr no es solo correr porque si no, todo el mundo correría. Es algo muy físico sí, pero muy mental a la vez. Todas las veces que salgo a correr pienso, no puedo más, voy a parar. Quiero parar pero no lo hago, porque sé que puedo seguir y acabar. Sé que el demonio de “quiero parar” siempre estará presente en mis salidas y tengo que aprender a luchar contra él. Y eso hago cada vez que salgo, luchar contra el demonio este maldito.

Lo mejor de esto es el cómo te sientes después. Conseguir lo que quiero corriendo se puede trasladar a muchos aspectos de mi vida. Correr hace que me sienta más segura, más capaz aún de todo lo que me proponga, me hace sentir fuerte (aunque soy una debilucha en verdad y lloro con nada) y por encima de todo, me hace sentir libre. Libre de todo cuando corro, libre de malos rollos, malos pensamientos, libre de todo lo malo que haya podido pasarme en el día, en la semana, en el mes e incluso en mi vida. Correr es la motivación que necesito para un día malo. Cuando tengo un día malo pienso, “no pasa nada. Luego salgo a correr y se me pasa” y voy alimentando mi deseo de correr. Evidentemente, cuando llego a casa, aunque esté hecha polvo, mi motivación para salir a correr es máxima, porque llevo todo el día alimentando esa necesidad de salir a correr.

A veces estoy tan cansada, que pienso, “venga va, salgo pero solo un poco”. Y tachán, hago mis 10 km. de siempre. No puedo evitarlo :)

Como me vi tan capaz de hacer 10 km. sin problema, teniendo en cuenta que por mi zona hay muchas subidas y bajadas y no es una ruta fácil, me animé a apuntarme a una cursa popular, no muy multitudinaria. Me apunté a la Cursa popular de Sant Antoni y sólo con deciros que nada más cruzar la meta, empecé a llorar como una magdalena de la emoción, os lo he contado todo. Hacía mal día, llovió bastante durante la noche y parte de la mañana pero no parecía que fuera a llover más, hasta 10 minutos antes de la salida, que es cuando empezó a llover no, a diluviar y así 5 kilómetros. Llevaba una sudadera de algodón, no impermeable y claro, la lluvia hizo que pesara por lo menos 2 kilos más, porque no os exagero, no podía llover más. Encima no veía casi nada, porque mis gafas se empapaban cada 10 minutos. Al principio me las iba limpiando, pero al final opté por no hacerlo porque enseguida volvían a empaparse. Menos mal que a partir del kilómetro 5 paró, y salió hasta el sol. ¡Qué cosas! Ya podría haber salido antes. Mi primera cursa y la hice en menos de 1 hora, en 59:20 minutos. No podía sentirme mejor en ese momento.

Mi súper fan, mi Mixto, aguantó el chaparrón como un campeón y encima, además de aguantarlo, me animaba como el que más. Y me sigue animando cada vez que salgo a correr. Me felicita en todas mis salidas y me pregunta que cómo me ha ido e incluso, si le pillo en casa, me espera en la puerta y mientras subo las escaleras, ya me está aplaudiendo y diciendo palabras de ánimo. Y en casa, tengo mi isotónica preparada con mi pajita, para bebérmela nada más me quite las bambas.

Es el mejor. No puede animarme más. Es mi mayor apoyo y mi mayor motivación. Me acompaña a las cursas con una ilusión desbordante y con una sonrisa gigante en la cara. Y os aseguro que es difícil, madrugando un domingo. Me calma, me sigue animando camino a la cursa y cuando la acabo, me hace sentir como la ganadora total. Me hace sentir la mejor. Sin su apoyo, no sería lo mismo. Sin sus palabras, tampoco sería lo mismo. Correr es algo que hago porque me gusta, me engancha, me motiva, pero gracias a él, todas estas emociones se multiplican por mil. No sólo eso. Creo que algo está cambiando. A la última cursa ya no fue como espectador. Hizo una cursa de 5 km. Mi Mixto está empezando a correr de nuevo. Y algo me dice a mí que pronto, muy pronto, lo tendré de compañero de cursas. Podré emular tantas fotos bonitas que he visto últimamente: Cruzar la meta de la mano los dos o darnos un beso en medio de la cursa para animarnos mutuamente. Todo llegará, estoy segurísima de ello :D

Foto de mi última cursa, la Cursa Nocturna de L'Hospitalet. Tiempo real: 57:29