lunes, 8 de noviembre de 2010

Amistad, volumen II.

Empiezas un día en el cual no esperas nada interesante.
Te levantas y empiezas el ritual para despertarte... Una ducha rápida, un té verde calentito y un poco de música en el ordenador.
Sigues arrastrando el sueño que te produce levantarte por las mañanas...Empiezas a vestirte, a planear el día, que es domingo y algo habrá que hacer.

Haces lo que tienes planeado y acabas el día con tus niñas, acabas el día tomando cervezas en un sitio bastante acogedor.

Y las cervezas y la amistad que nos une, dan pie a que empecemos conversaciones profundas, conversaciones en las que ni juzgaremos ni malpensaremos, conversaciones sinceras, conversaciones que nos salen desde dentro...

Y estás tan a gusto que no piensas en marcharte, sólo piensas en que se pare el tiempo y no acaben nunca esas conversaciones.
Porque es en esos momentos en los que sientes que nada ni nadie podría hacerte daño, en los que te sientes protegida, querida, apreciada...y los problemas no lo son tanto cuando se lo cuentas a ellas. Te dan consejos llenos de fuerza y parece que todo sea mucho más fácil, parece que lo complicado se vuelva sencillo.

Y es en esos momentos, cuando sale la típica conversación sobre nuestra amistad. Es típica, sí, pero es la verdad.

Que nunca hubiéramos pensado tener la amistad que tenemos, que pondríamos lo que fuera las unas por las otras, que yo sé que si me caigo, ellas estarán para levantarme el tiempo que haga falta y sea cuando sea y cómo sea. Que si tengo algún problema me van a apoyar, aconsejar...van a estar conmigo...que pase lo que pase, ellas van a estar ahí.

Y sí, tampoco hace mucho que somos amigas, pero no importa.
No importa porque esto sí que es real, sí que es verdad y lo sé con seguridad.

Y por eso, quiero deciros que sois mis niñas, que os quiero más que a nada, no imagináis cuánto y que me alegraré siempre, del día en el que empezamos a salir juntas.
Y me alegraré siempre de teneros, de compartir los momentos que compartimos juntas...porque no tienen precio. Si nos reímos al unísono, con el mismo tono y con la misma melodía...es para vernos.

Simplemente quería decíroslo una vez más, que os lo digo mucho ya, pero soy así de pesada y cómo buenas amigas que sois, vais a tener que aguantarme hasta que me case, por lo menos, y aún casada también :P.

Yo, sinceramente, espero aguantaros el resto de mi vida...Os quiero!!!!!

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